Estos días, escribiendo los posts sobre las convocatorias de los partidos y planteándome lo difícil que debe ser este año elaborar una lista de convocados, no he podido evitar rememorar la multitud de circunstancias que he vivido dentro de un vestuario a la hora de que el míster diese la lista de jugadores que podían participar en el siguiente encuentro.
Hay que reconocer que esta labor por parte del entrenador debe ser una de las más complicadas, sobretodo teniendo en consideración que en un club amateur la relación entrenador-jugador no es profesional, y muchas veces se establecen (o ya existen) vínculos que van más allá del horario de entreno y del partido del fin de semana. Pero principalmente, hay que conjugar dos principios: lo mejor para el equipo, y hacer justicia respecto el trabajo realizado por parte del jugador durante la semana. En un equipo profesional, el primer principio manda claramente sobre el segundo, cuando entre ellos no hay suficientes coincidencias. Es el claro ejemplo del crack que tiene molestias durante la semana, y llega el partido y juega de titular. En un equipo amateur el segundo principio coge más peso. Tanto, que a veces sobrepasa al primero. Un ejemplo: un jugador que rinde mucho más que otro en su mismo puesto, pero ha faltado a un entreno (dígámosle lesión, estudios, trabajo,...); ¿quién juega?. Se puede apostar por un criterio o el otro. Ambos tienen sus cosas positivas y sus cosas negativas. No sabría decir cual es el mejor, lo que si sé qué es lo peor: plantear una cosa a la plantilla, y luego hacer otra. Hay entrenadores que plantean el primer día de entreno (sin nadie preguntarle), que apuestan por el compromiso, y que si un jugador falta a un entreno no juega el domingo. Luego durante la temporada hacen lo contrario, dependiendo del jugador que se trate, claro está. Quiero decir, depende de si es buen jugador o no tan bueno. Intentan dar excusas y explicaciones baratas y vacías, no sé si autoconvenciéndose intencionadamente o no, pero lo que está claro es que lo único que conlleva es perder credibilidad ante sus jugadores. Y esto es el principio del fin del entrenador. Desafortunadamente he vivido esta situación en primera persona y como afectado.
Si todo esto ya es complicado, la cosa se convierte en una montaña rusa cuando el entrenador "trae" jugadores que ya conocía de etapas anteriores. Si el jugador cumple, no hay problema (no puedo evitar acordarme en este momento de Álex Morales, y quiero decirlo). Pero si no cumple, o su rendimiento no es el esperado....aaayyy amigo, entonces si que es un marrón hacer una convocatoria. Y el domingo hacer un once inicial ya ni te explico... El entrenador se encuentra entre la espada y la pared: o cumplir su compromiso con el jugador (porque si “traes” a un jugador es con el compromiso de minutos), o cumplir su compromiso con el equipo. Se supone que no hay color en la elección, pero desgraciadamente no siempre es así. Y de estas situaciones también las he vivido, y también como afectado.
Son situaciones complicadas, que el jugador y el vestuario deben superar. ¡Qué mal se pasaba cuando había que mirar si estabas en la convocatoria el jueves después del entreno! Y qué cabreos cuando era uno de los afectados por alguna de las situaciones de las explicadas anteriormente. Pero esto también forma parte del fútbol, y del hecho de pertenecer a una plantilla. Hay que convivir con estas situaciones dentro del colectivo, ya que es la única manera de aprender cosas nuevas, y sacar el lado positivo. Así se crece como jugador, y te formas también como persona.
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